En una década, los remedios de venta libre crecieron del 14 a casi
el 27 por ciento del mercado, denuncia el gremio de los agentes de
propaganda médica. Reclaman que el Estado controle previamente las
propagandas, ya que no advierten sobre los efectos nocivos de los
productos. Como las obras sociales no cubren los de venta libre, son los
pobres los que más gastan en ellos.
La Asociación de Agentes de Propaganda Médica (AAPM) denunció “la
proliferación de publicidades de medicamentos de venta libre, que
alientan la automedicación e ignoran los efectos nocivos de estos
productos”, pidió que el Estado efectúe un control previo de estas
propagandas, que actualmente se fiscalizan cuando ya están emitiéndose.
La entidad criticó también que –pese a la ley nacional que lo prohíbe–
continúa la venta de medicamentos en kioscos de la ciudad de Buenos
Aires, gracias a amparos judiciales. La denuncia, también –haciendo eco a
la advertencia de un instituto universitario especializado– señala que
la pseudoefedrina, precursora de drogas ilícitas, forma parte de
medicamentos de venta libre. En una década, los remedios de venta libre
pasaron desde el 14 a casi el 27 por ciento del mercado en la Argentina.
Un experto señaló que, como las obras sociales no cubren estos
productos, “los pobres terminan pagando más por el cuidado de su salud” y
abogó por “la adhesión a normas internacionales para definir qué
medicamentos pueden ser de venta libre, en vez de que cada país deba
manejarse ante las presiones de la industria”.
La AAPM efectuó su presentación ante la Anmat (Administración
Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica). En la
denuncia, “observa con preocupación el incremento de publicidades de
medicamentos de venta libre, a través de los canales de televisión
abiertos, las señales de cable y la publicidad en la vía pública y en
las estaciones de subterráneo”.
La entidad sostiene que el Programa de Monitoreo y Fiscalización de
Publicidad –creado este año por la Anmat– “resulta insuficiente para
evitar que los consumidores tomen decisiones equivocadas basadas en
afirmaciones falsas o engañosas”. Esto se debería a que “se sigue
cometiendo el error de permitir que se publiciten medicamentos sin
evaluar previamente” el contenido de las publicidades, que sólo son
examinadas por la Anmat cuando ya están en los medios.
“Incluso se efectúan publicidades de medicamentos de venta bajo
receta, lo cual está prohibido por las normas vigentes –advierte la
AAPM–: así ocurre con el Viagra, de Pfizer, y el Voltaren, de Novartis.”
Además, “el Voltaren, como muchos otros, viola la obligación de que
–como indica la Ley de Prescripción por Nombre Genérico– el nombre
genérico de la droga figure en el envase con igual tamaño y tipografía
que la marca de fantasía”.
Por eso, “ante la reiteración de estos episodios, la AAPM insiste en
la necesidad de un monitoreo previo y no posterior, que puede resultar
tardío o superfluo”.
En este marco, “planteamos que las propagandas de medicamentos,
además de insistir en las ventajas, adviertan también sobre los
riesgos”, destacó José Charreau, secretario de acción social de la AAPM.
La presentación ante la Anmat ejemplifica con “los efectos adversos” de
“Aspirineta, Anaflex, De-senfriol, Ibupirac, Refrianex” y otros
productos de venta libre.
Charreau citó el caso del ibuprofeno: “Este producto era de venta
bajo receta y su presentación de 200 miligramos pasó a venta libre con
el argumento de que, al ser una dosis más baja, presentaba menos
riesgos; pero ahora incluso la presentación de 600 miligramos es de
venta libre”.
La AAPM recuerda que, según un estudio de la Escuela de Farmacia y
Bioquímica de la Universidad Maimónides, “el uso inapropiado y el
consumo abusivo de fármacos sería responsable de 22 mil muertes al año
en la Argentina, equivalentes al 7,5 por ciento del total de
defunciones”.
La presentación de los agentes de propaganda médica cita un documento
del Centro de Información de Medicamentos (CIME) de la Facultad de
Ciencias Químicas de la Universidad Nacional de Córdoba, según el cual
“la tendencia mundial de la industria es ampliar cada día más el número
de medicamentos de venta libre, ya que la industria se siente libre para
publicitar y promocionar de la manera indiscriminada y sin más límites
que la ‘creatividad’ de sus publicistas”.
1700 millones
Según los números aportados por la AAPM, “la venta libre de medicamentos “creció un 12,05 por ciento entre noviembre de 2009 y el mismo mes de 2010, de acuerdo con estadísticas aportadas por la propia industria”. En cambio, el llamado mercado ético (de venta bajo receta) sólo creció “un 8,24 por ciento en el mismo período”.
Según los números aportados por la AAPM, “la venta libre de medicamentos “creció un 12,05 por ciento entre noviembre de 2009 y el mismo mes de 2010, de acuerdo con estadísticas aportadas por la propia industria”. En cambio, el llamado mercado ético (de venta bajo receta) sólo creció “un 8,24 por ciento en el mismo período”.
“En 2001, el mercado de venta libre representaba el 14 por ciento del
total de las ventas, con 49.925.961 unidades. En 2008, marketing
publicitario mediante, ese mismo mercado había trepado al 26,6 por
ciento, con 133.500.296 unidades, y en 2010 llegó a unos 150 millones de
unidades, con una facturación de casi 1700 millones de pesos”, señala
la AAPM.
De este modo, “el expendio de medicamentos de venta libre se
incrementó un 196,69 por ciento en unidades, entre 2001 y 2010, y 466,47
por ciento en facturación”, ya que “el precio promedio aumentó desde
5,71 a 10,90 pesos”. En cambio, en el mismo período, el incremento en
productos bajo receta fue menor: “Creció 34,50 por ciento en unidades y
313 por ciento en dinero”.
Federico Tobar –consultor del BID y el Banco Mundial en políticas de
salud, cuyos trabajos son citados en la denuncia de la AAPM– destacó a
este diario que “cuando un medicamento pasa a ser de venta libre, le
queda habilitada la posibilidad de hacer propaganda directa al público
–prohibida para los remedios bajo receta–: las grandes inversiones
publicitarias se traducen en la fidelización de los consumidores a esa
marca, lo cual la preserva de la competencia por precios que fomenta la
Ley de Prescripción por Nombre Genérico. Además, las obras sociales no
cubren los medicamentos de venta libre, que así son financiados
fundamentalmente por medio del gasto de bolsillo: con los medicamentos
de venta libre, los pobres pagan mucho más caro por el cuidado de su
salud”.
Para el mismo investigador, “así como existe la Red Panamericana para
la Armonización de la Reglamentación Farmacéutica (PARF), a fin de que
las normas para autorizar medicamentos sean iguales en los distintos
países, deberían armonizarse los criterios para definir qué medicamentos
pueden ser de venta libre; pero esto se maneja en cada país, en
relación con las presiones de la industria”.
Por lo demás, “el problema de los medicamentos de venta libre integra
el más vasto tema de la comercialización de medicamentos en la
Argentina, que es desastrosa: no hay control de que efectivamente se
cumpla la venta bajo receta en farmacias y los precios están liberados y
son más caros que en Europa”, resumió Tobar.
Efedrina, libre y precursora
La denuncia de la AAPM advierte también sobre “la cantidad de medicamentos con efedrina y pseudoefedrina existentes en el mercado, más de cincuenta, de los cuales algunos figuran en la categoría de venta libre”. Mariana Caffaratti –investigadora de la Facultad de Ciencias Químicas de Córdoba, coautora del trabajo “Efedrina y pseudoefedrina: usos y abusos”– explicó a este diario que “en la Argentina no se ha prohibido la pseudoefedrina que, al igual que la efedrina, puede usarse en la producción ilegal de metaanfetamina. En México se prohibieron todas las especialidades medicinales que contengan tanto efedrina como pseudoefedrina. En Estados Unidos, la venta se halla restringida por un sistema que registra quién es el paciente que la compra y en qué cantidad, no pudiendo superar una determinada dosis. La pseudoefedrina puede reemplazarse por la fenilefrina, que tiene sus mismos efectos, pero no sirve como precursora de metaanfetamina”.
La denuncia de la AAPM advierte también sobre “la cantidad de medicamentos con efedrina y pseudoefedrina existentes en el mercado, más de cincuenta, de los cuales algunos figuran en la categoría de venta libre”. Mariana Caffaratti –investigadora de la Facultad de Ciencias Químicas de Córdoba, coautora del trabajo “Efedrina y pseudoefedrina: usos y abusos”– explicó a este diario que “en la Argentina no se ha prohibido la pseudoefedrina que, al igual que la efedrina, puede usarse en la producción ilegal de metaanfetamina. En México se prohibieron todas las especialidades medicinales que contengan tanto efedrina como pseudoefedrina. En Estados Unidos, la venta se halla restringida por un sistema que registra quién es el paciente que la compra y en qué cantidad, no pudiendo superar una determinada dosis. La pseudoefedrina puede reemplazarse por la fenilefrina, que tiene sus mismos efectos, pero no sirve como precursora de metaanfetamina”.
Roberto Lede –director de Planificación de la Anmat– contestó que la
admisión de medicamentos con pseudoefedrina “depende de las
concentraciones” y destacó que “toda solicitud es analizada por una
comisión que incluye a profesores universitarios de farmacología”.
Remedios en los kioscos
“Los kiosqueros de la ciudad de Buenos Aires siguen vendiendo, por igual, cigarrillos, caramelos y medicamentos”, deplora, en su denuncia ante la Anmat, la Asociación Agentes de Propaganda Médica (AAPM). Según el texto, “la Cámara Agentina de Productores de Especialidades Medicinales de Venta Libre (Capemvel) impulsó desde las sombras el recurso de amparo de una afiliada a la Unión de Kiosqueros de la República Argentina (UKRA) contra la Ley Nacional 17.565, de 2009, que prohíbe la venta de medicamentos fuera de las farmacias”. La jueza en lo contencioso-administrativo Elena Liberatori respondió al recurso de amparo dejando en suspenso la aplicación de la ley en la ciudad, lo cual fue apelado por la Confederación Farmacéutica Argentina; por su parte, el juez Guillermo Scheibler, del mismo fuero, ratificó la aplicación de la ley y el tema deberá ser dirimido en una instancia judicial superior.
“Los kiosqueros de la ciudad de Buenos Aires siguen vendiendo, por igual, cigarrillos, caramelos y medicamentos”, deplora, en su denuncia ante la Anmat, la Asociación Agentes de Propaganda Médica (AAPM). Según el texto, “la Cámara Agentina de Productores de Especialidades Medicinales de Venta Libre (Capemvel) impulsó desde las sombras el recurso de amparo de una afiliada a la Unión de Kiosqueros de la República Argentina (UKRA) contra la Ley Nacional 17.565, de 2009, que prohíbe la venta de medicamentos fuera de las farmacias”. La jueza en lo contencioso-administrativo Elena Liberatori respondió al recurso de amparo dejando en suspenso la aplicación de la ley en la ciudad, lo cual fue apelado por la Confederación Farmacéutica Argentina; por su parte, el juez Guillermo Scheibler, del mismo fuero, ratificó la aplicación de la ley y el tema deberá ser dirimido en una instancia judicial superior.
Jimena Worcel, asesora médica de Capemvel, dijo a este diario que
“los medicamentos de venta libre deben estar accesibles: ya que el
Estado considera que la gente está capacitada para la utilización de
estos medicamentos sin que deba ir necesariamente al médico, entonces
entendemos que deberían ser accesibles en otros comercios, no sólo las
farmacias”.
–Pero en los kioscos los medicamentos suelen venderse fraccionados,
sin prospecto y sin que conste la fecha de vencimiento… –observó
Página/12.
–Si eso ocurre, no está bien –contestó Worcel–. El medicamento no se
debe dispensar fraccionado y debe ir acompañado por la información sobre
el producto, tanto si se expende en la farmacia como fuera de ella.
Publicado por Bureau De Salud on 03/08/2011
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