El nivel de endeudamiento de los argentinos es bajo y no preocupa a los bancos. Pero la deuda es de tan corto plazo que obliga a los consumidores a frenar el consumo financiado.
Un dato comenzó a preocupar a los
comerciantes y empresarios ligados al consumo en las últimas semanas:
las familias están llegando a su máxima capacidad de endeudamiento.
Si bien los indicadores macroeconómicos no dan señales de problemas en el corto plazo y el sistema financiero goza de buena salud, el nivel de endeudamiento de las familias dejaría de crecer.
Cuando la recuperación de la economía comenzó a consolidarse, ante la alta expectativa inflacionaria, las familias comenzaron a tomar deuda para financiar el consumo.
Impulsada por ofertas y cuotas sin interés de las tarjetas de crédito, la deuda de las familias alcanzó según la última medición del Banco Central (marzo de este año) 19,6 por ciento de la masa salarial del sector formal, por debajo del 22 por ciento previo a la crisis de 2008 y bastante por debajo del 40 por ciento que llegó en el mejor momento de la década del ‘90.
La deuda de las familias argentinas representa 6,2 por ciento del PIB, por debajo del promedio de Latinoamérica (18 por ciento) y casi sin comparación con la de los países desarrollados (81,7 por ciento). En esto mucho tiene que ver la falta de crédito hipotecario.
Sin embargo, si se analiza el endeudamiento de las familias por consumo (ver gráfico), se observa que luego de la caída que registró entre 2008 y 2009, los niveles ya superaron los niveles previos y posteriores a la caída de la convertibilidad.
Techo sí, techo no. Un análisis de la consultora Abeceb.com asegura que el endeudamiento parece estar encontrando su “techo”.
Según este estudio, en el primer trimestre de 2011 el stock de créditos creció 40,6 por ciento con respecto al mismo período del año anterior, promediando poco más de 70 mil millones de pesos.
El problema es que los salarios crecerán este año entre 27 y 28 por ciento en relación a 2010, lo que plantea la incógnita de hasta cuándo las familias podrán seguir aumentando su deuda por consumo.
“La tendencia es que la deuda deje de crecer. Por un lado, se está saturando la capacidad crediticia de las familias. Por el otro, aquellos que tienen capacidad de ahorro y antes compraban electrodomésticos en cuotas con su tarjeta, hoy compran dólares por la expectativa de un tipo de cambio mayor”, asegura Mariano Lamothe, investigador de Abeceb.com.
El economista descarta situaciones de quebranto entre los consumidores, aun cuando la crisis financiera internacional frene el crecimiento de la actividad económica, pero asegura que como el volumen de deuda creció más rápido que los salarios, las familias “acomodarán” sus compras financiadas a las nuevas posibilidades.
Por su parte, desde Deloitte aseguran que el endeudamiento está lejos de haber llegado a un techo, si se consideran los niveles de la región.
Guillermo Barbero, del área Finanzas Corporativas y Financiación al Consumo de la consultora internacional, manifiesta que en la última medición (correspondiente al 31 de mayo de 2011) el total del endeudamiento de los consumidores del país representa 2,2 veces los ingresos totales mensuales de las familias.
Este nivel es el mismo que se tenía antes de la caída de la convertibilidad; también se registró en 2008, pero la crisis internacional hizo que bajara en 2009 a 1,8 veces.
Al respecto, agrega que los salarios en la actualidad se ubican por encima de las remuneraciones de la época de la convertibilidad, más allá de que algunos sectores de la población de ingresos más bajos estén “sobre endeudados”.
El problema es el perfil de la deuda, que complica la situación de las familias: “El endeudamiento es de muy corto plazo; buena parte del crédito está a tres meses, llega un momento en que se cubre la capacidad de pago y esto afecta los planes de los consumidores para tomar nueva deuda”.
Según Barbero, el “cortoplacismo” del sistema financiero provoca que el endeudamiento no pueda crecer más allá de un determinado volumen.
En este sentido, asevera: “El endeudamiento puede seguir creciendo, pero deben bajar las tasas y los plazos deben ser más extensos. Pero el crédito a largo plazo es complicado en un contexto inflacionario”.
18/09/2011 00:02 | Diego Dávila y Paula Martínez
Si bien los indicadores macroeconómicos no dan señales de problemas en el corto plazo y el sistema financiero goza de buena salud, el nivel de endeudamiento de las familias dejaría de crecer.
Cuando la recuperación de la economía comenzó a consolidarse, ante la alta expectativa inflacionaria, las familias comenzaron a tomar deuda para financiar el consumo.
Impulsada por ofertas y cuotas sin interés de las tarjetas de crédito, la deuda de las familias alcanzó según la última medición del Banco Central (marzo de este año) 19,6 por ciento de la masa salarial del sector formal, por debajo del 22 por ciento previo a la crisis de 2008 y bastante por debajo del 40 por ciento que llegó en el mejor momento de la década del ‘90.
La deuda de las familias argentinas representa 6,2 por ciento del PIB, por debajo del promedio de Latinoamérica (18 por ciento) y casi sin comparación con la de los países desarrollados (81,7 por ciento). En esto mucho tiene que ver la falta de crédito hipotecario.
Sin embargo, si se analiza el endeudamiento de las familias por consumo (ver gráfico), se observa que luego de la caída que registró entre 2008 y 2009, los niveles ya superaron los niveles previos y posteriores a la caída de la convertibilidad.
Techo sí, techo no. Un análisis de la consultora Abeceb.com asegura que el endeudamiento parece estar encontrando su “techo”.
Según este estudio, en el primer trimestre de 2011 el stock de créditos creció 40,6 por ciento con respecto al mismo período del año anterior, promediando poco más de 70 mil millones de pesos.
El problema es que los salarios crecerán este año entre 27 y 28 por ciento en relación a 2010, lo que plantea la incógnita de hasta cuándo las familias podrán seguir aumentando su deuda por consumo.
“La tendencia es que la deuda deje de crecer. Por un lado, se está saturando la capacidad crediticia de las familias. Por el otro, aquellos que tienen capacidad de ahorro y antes compraban electrodomésticos en cuotas con su tarjeta, hoy compran dólares por la expectativa de un tipo de cambio mayor”, asegura Mariano Lamothe, investigador de Abeceb.com.
El economista descarta situaciones de quebranto entre los consumidores, aun cuando la crisis financiera internacional frene el crecimiento de la actividad económica, pero asegura que como el volumen de deuda creció más rápido que los salarios, las familias “acomodarán” sus compras financiadas a las nuevas posibilidades.
Por su parte, desde Deloitte aseguran que el endeudamiento está lejos de haber llegado a un techo, si se consideran los niveles de la región.
Guillermo Barbero, del área Finanzas Corporativas y Financiación al Consumo de la consultora internacional, manifiesta que en la última medición (correspondiente al 31 de mayo de 2011) el total del endeudamiento de los consumidores del país representa 2,2 veces los ingresos totales mensuales de las familias.
Este nivel es el mismo que se tenía antes de la caída de la convertibilidad; también se registró en 2008, pero la crisis internacional hizo que bajara en 2009 a 1,8 veces.
Al respecto, agrega que los salarios en la actualidad se ubican por encima de las remuneraciones de la época de la convertibilidad, más allá de que algunos sectores de la población de ingresos más bajos estén “sobre endeudados”.
El problema es el perfil de la deuda, que complica la situación de las familias: “El endeudamiento es de muy corto plazo; buena parte del crédito está a tres meses, llega un momento en que se cubre la capacidad de pago y esto afecta los planes de los consumidores para tomar nueva deuda”.
Según Barbero, el “cortoplacismo” del sistema financiero provoca que el endeudamiento no pueda crecer más allá de un determinado volumen.
En este sentido, asevera: “El endeudamiento puede seguir creciendo, pero deben bajar las tasas y los plazos deben ser más extensos. Pero el crédito a largo plazo es complicado en un contexto inflacionario”.
18/09/2011 00:02 | Diego Dávila y Paula Martínez
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