Entre Villa Giardino y La Cumbre, las llamas arrasaron el entorno natural. Ahora piensan crear brigadas de voluntarios y planes de reforestación.
En buena parte quemado, dañado,
ennegrecido. Así luce hoy, por acción el fuego, el Camino de los
Artesanos, uno de los circuitos turísticos más pintorescos y reconocidos
del valle de Punilla, que une las localidades de Villa Giardino y La
Cumbre, entre cerros y bosques.
En esa zona, los incendios avivaron otra llama: la de la voluntad de sus vecinos para unirse y trabajar para estar mejor preparados si vuelve a ocurrir y además para restaurar, lo antes posible, el daño ambiental generado.
Ese sector, más rural que urbano, conocido también como La Punilla, empezó a ser habitado y a tomar un perfil propio a fines de la década de 1970. Desde entonces viene sumando pobladores y cabañas turísticas.
El gran incendio de hace dos semanas sobre la zona de La Falda y el Camino del Cuadrado, que afectó a más de 20 mil hectáreas de esa región, llegó a esta zona. El fuego quemó montes y praderas, y llegó a metros –en algunos casos centímetros– de numerosas casas.
La emergencia “obligó” a los vecinos a sumarse a defender lo propio. Pero también lo ajeno, en un área donde la mayoría de sus pobladores asumen como propio el paisaje que los rodea.
“Era tal el avance del fuego, que los bomberos no daban abasto. Unos 70 vecinos, hombres y mujeres, se sumaron como apoyo”, cuenta Juan Nicastro, uno de ellos. “A pesar de que la orden oficial era evacuarnos, como ocurre en estos casos por prevención, muchos decidimos seguir allí, ayudando”, señaló.
“Junto a los bomberos salvamos las casas, los inmuebles, pero gran parte de los bosques y sobre todo las nacientes de los arroyos quedaron muy afectadas. Eso parecía imposible pararlo. Además, pequeños productores rurales también se vieron muy afectados”, acotó Nicastro.
Pero la noticia allí ya no es el fuego. Sino que entre las secuelas que dejó, apareció la reacción de los vecinos para “armarse” hacia adelante, y estar preparados para próximos “combates”.
“Ya se hizo una asamblea, con más de 50 personas, y se formaron tres grupos. Uno, avanzará en la creación de un cuerpo de brigadistas, voluntarios, para saber actuar ante el fuego, que ya tuvimos la primera reunión de capacitación, con un bombero muy formado de esta zona”, señaló Nicastro.
Los otros dos grupos se volcarán a evaluar y promover la reforestación del área, con especies autóctonas, y a estudiar y gestionar medidas para reducir el impacto sobre las cuencas hídricas, donde nace el agua que abastece a la zona.
E insistirán en un pedido que lleva años sin éxito: que esa área sea declarada como “reserva”, por el municipio o la Provincia, para contar con más herramientas legales de preservación del ambiente regional.
Focos activos
En el interior. Varios focos de incendio continuaban activos ayer. Desde el Plan Provincial de Manejo del Fuego se informó que 21 frentes fueron controlados. Los fuegos activos se ubican en la zona sudoeste de Alpa Corral, entre las Tapias y San Bartolomé, y en La Población y Yacanto, en el valle de Traslasierra. “Muchos frentes se originaron por la caída del tendido eléctrico y en las sierras cayeron muchos rayos secos sin lluvias”, dijo Marcelo Colombatti.
En esa zona, los incendios avivaron otra llama: la de la voluntad de sus vecinos para unirse y trabajar para estar mejor preparados si vuelve a ocurrir y además para restaurar, lo antes posible, el daño ambiental generado.
Ese sector, más rural que urbano, conocido también como La Punilla, empezó a ser habitado y a tomar un perfil propio a fines de la década de 1970. Desde entonces viene sumando pobladores y cabañas turísticas.
El gran incendio de hace dos semanas sobre la zona de La Falda y el Camino del Cuadrado, que afectó a más de 20 mil hectáreas de esa región, llegó a esta zona. El fuego quemó montes y praderas, y llegó a metros –en algunos casos centímetros– de numerosas casas.
La emergencia “obligó” a los vecinos a sumarse a defender lo propio. Pero también lo ajeno, en un área donde la mayoría de sus pobladores asumen como propio el paisaje que los rodea.
“Era tal el avance del fuego, que los bomberos no daban abasto. Unos 70 vecinos, hombres y mujeres, se sumaron como apoyo”, cuenta Juan Nicastro, uno de ellos. “A pesar de que la orden oficial era evacuarnos, como ocurre en estos casos por prevención, muchos decidimos seguir allí, ayudando”, señaló.
“Junto a los bomberos salvamos las casas, los inmuebles, pero gran parte de los bosques y sobre todo las nacientes de los arroyos quedaron muy afectadas. Eso parecía imposible pararlo. Además, pequeños productores rurales también se vieron muy afectados”, acotó Nicastro.
Pero la noticia allí ya no es el fuego. Sino que entre las secuelas que dejó, apareció la reacción de los vecinos para “armarse” hacia adelante, y estar preparados para próximos “combates”.
“Ya se hizo una asamblea, con más de 50 personas, y se formaron tres grupos. Uno, avanzará en la creación de un cuerpo de brigadistas, voluntarios, para saber actuar ante el fuego, que ya tuvimos la primera reunión de capacitación, con un bombero muy formado de esta zona”, señaló Nicastro.
Los otros dos grupos se volcarán a evaluar y promover la reforestación del área, con especies autóctonas, y a estudiar y gestionar medidas para reducir el impacto sobre las cuencas hídricas, donde nace el agua que abastece a la zona.
E insistirán en un pedido que lleva años sin éxito: que esa área sea declarada como “reserva”, por el municipio o la Provincia, para contar con más herramientas legales de preservación del ambiente regional.
Focos activos
En el interior. Varios focos de incendio continuaban activos ayer. Desde el Plan Provincial de Manejo del Fuego se informó que 21 frentes fueron controlados. Los fuegos activos se ubican en la zona sudoeste de Alpa Corral, entre las Tapias y San Bartolomé, y en La Población y Yacanto, en el valle de Traslasierra. “Muchos frentes se originaron por la caída del tendido eléctrico y en las sierras cayeron muchos rayos secos sin lluvias”, dijo Marcelo Colombatti.
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