viernes, 30 de julio de 2010

LUCIA LUQUE DE REGRESO

Radicada desde hace años en Italia, la violinista cordobesa vuelve a Córdoba para tocar con la Orquesta Sinfónica en el ciclo de Pro Arte.

 Santiago Giordano LA VOZ DEL INTERIOR.29-07-09

Que Lucía Luque regrese a tocar a Córdoba es siempre una buena noticia. Y si regresa para tocar junto a la Orquesta Sinfónica en el Teatro del Libertador, la buena noticia se duplica. Efectivamente, hoy a las 21.30 en el coliseo de Vélez Sársfield 365, la violinista cordobesa radicada en Italia y el cuerpo artístico conducido por Hadrián Ávila Arzuza, protagonizarán otro encuentro del Ciclo de Conciertos de Abono 2010 de la Fundación Pro Arte Córdoba, auspiciado por La Voz del Interior.
Tzigane, de Maurice Ravel, Meditaciónintermezzo de la ópera Thaïs–, de Jules Massenet, y la Fantasía sobre Carmen, de Pablo de Sarasate, integrarán la primera parte de un programa que en la segunda se completará con dos obras para orquesta sola de excepcional espesor, como la célebre Passacaglia Op. 1, de Anton Webern, y la suite de El mandarín maravilloso, de Bela Bartok. Las entradas están en venta en las boleterías del teatro y los precios son los siguientes: platea, $ 80; cazuela, $ 60; tertulia, $ 30; paraíso $ 10.
“La idea para este concierto era tocar Tchaikovsky, pero a último momento decidimos cambiar y hacer este programa”, comenta Lucía Luque en diálogo con Vos. “Tanto la de Ravel como la Fantasía son obras divertidas, caprichosas, con continuos cambios de tiempo, pero que dejan libertades, algunas escritas y otras que vamos agregando con el director, Ávila Arzuza”, asegura y agrega: “La idea también pasa por hacer un programa más impactante y de más llegada al público”. La violinista asegura que tocar en Córdoba la motiva y más que sentir la responsabilidad, prefiere disfrutar lo que significa ser solista con una buena orquesta. “Hace cinco años que no toco con la Sinfónica de Córdoba –cuenta–y una vez más tuve un muy buen recibimiento. Este es un ambiente muy joven, con muy buena onda, me encanta”.
En Italia, Lucía está llevando una carrera brillante, ha obtenido numerosos premios y reconocimientos. Desde hace un año es alumna de Salvatore Accardo, uno de los grandes violinistas del siglo XX y especialista en la música de Nicoló Paganini. “Todavía no le hice escuchar mis interpretaciones de Paganini a Accardo –confiesa Lucía–. Pronto empezaré el segundo año con él, entonces le mostraré mi trabajo sobre los Caprichos. Estoy ansiosa por que me diga los secretos de una obra y compositor que tan bien conoce”. “En general Accardo no impone las obras que hay que estudiar –continua–; cada uno de sus alumnos tenemos distintas ambiciones y si bien somos todos profesionales, estamos en momentos distintos, necesitamos cosas distintas y elegimos el repertorio según esas necesidades. A mí, por ejemplo, me gusta más el repertorio romántico y contemporáneo y hacia eso me estoy orientando. Lo maravilloso se da en las lecciones, cuando el maestro te escucha tocar y empieza a darte consejos, a explicarte esos detalles que hacen la diferencia de una gran ejecución”.
Lucía por otros
“Es notable el progreso técnico que hizo Lucía en este tiempo, estoy muy impresionado”, comenta Ávila Arzuza al terminar el primer ensayo conjunto. Para el director colombiano, que dirigió a la violinista en 2003, Lucía sostiene una carrera más que promisoria. “Ella tiene todas las condiciones y ojalá que tenga siempre oportunidades de tocar con orquesta. Para nosotros es un deber ayudarla en este sentido, además de ofrecerle un espacio que además contribuya para que el público cordobés siga su crecimiento”, dice el director y agrega: “Un gran temperamento y mucho aplomo son las características fundamentales de Lucía. Con el solista, el director debe siempre concertar, pautar lo que se va a hacer, después uno va cambiando y adaptándose a la situación. En eso Lucía tiene una personalidad latina, de esas capaces de sorprender continuamente. Es además de tocar cosas muy difíciles con total claridad. Por ejemplo en Tzigane desplegó con gran claridad y dominio todo ese espeso noterío. Esa es una obra en la que más allá del estilo, Ravel puso a prueba todos los recursos del violín, que tan bien conocía”.
Para Leandro Liuzzi, integrante de los primeros violines de la Orquesta Sinfónica y uno de sus jóvenes más talentosos, el avance de Lucía es sorprendente. “Es impresionante la manera en que ha madurado –dice–. La conocí en la Orquesta Juvenil, en la época del ‘Payo’ Giraudo. Una vez, en uno de los Concursos Internacionales que se hacían en Córdoba, ella comenzó a tocar y como no estaba contenta con la afinación de su violín, detuvo la ejecución, afinó y volvió a comenzar. Recuerdo que Giraudo apreció mucho ese gesto”. “Ya entonces impresionaba –continua Liuzzi–, y hoy mostró que no dejó de crecer; tiene calidad de sonido, un manejo absoluto del arco y una manera muy humana de acercarse a las obras. Ella parece haber superado lo técnico, entonces ya puede pensar en lo artístico y así entrar en la etapa más excitante para un músico. Cada vez que toca es como si le hiciera un monumento al su instrumento”.

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