viernes, 27 de julio de 2012

No se puede gestionar lo que no se puede medir.-

Contar con indicadores de control es lo que permite conocer el estado de la compañía. Pero no se puede caer en la tentación de medir sólo la rentabilidad.

No se puede gestionar aquello que no se puede medir, es una de las premisas básicas del management. En las empresas familiares esta afirmación debería ser una regla, ya que el hecho de contar con indicadores de control posibilitará conocer el estado de la compañía y su grado de avance hacia la concreción de la estrategia planeada, dando así un paso significativo hacia la profesionalización.
¿Qué se debe medir? La tentación es medir sólo la rentabilidad de la empresa o los ingresos por ventas, pero ¿es esta información suficiente? Para responder a esta pregunta podríamos suponer que usted desea viajar en avión y al ingresar a la cabina se encuentra con el capitán, sorprendido por la cantidad de radares, altímetros y componentes le pregunta: “¿Cómo hace para manejar semejante complejidad?” A lo que él le contesta: “Es muy simple, ya que en este vuelo solamente nos focalizaremos en la altitud, en vuelos anteriores aprendimos a manejar el combustible y la velocidad, así que en este vuelo nos concentraremos en mantener una altitud de 10 mil metros”.
¿Usted viajaría en ese avión? Muy probablemente la respuesta sería negativa. Podemos asociar esta situación a las empresas en donde el único resultado medido es el contable, pero éste sólo refleja la historia pasada y poco dice acerca de cómo se construyó.
Para tener una explicación se deben detectar cuáles son las principales causas que llevan o no a lograr un buen resultado económico.
Norton y Kaplan, a través del cuadro de mando integral, proponen que la rentabilidad de una compañía está determinada por inductores estratégicos, estos son: la formación y desarrollo de los colaboradores de la empresa familiar, la ejecución adecuada de los procesos internos y la generación y desarrollo de clientes. Todas estas variables en conjunto explican la rentabilidad de la compañía.
Para cada una de estas perspectivas (formación y desarrollo del personal, calidad de los procesos internos, satisfacción y obtención de clientes y resultados financieros) se deben fijar varios objetivos denominados estándares.
Transcurrido cierto tiempo estas variables deben medirse y comparar los resultados obtenidos con los resultados esperados. Aquellas variables que arrojen resultados negativos deben ser fruto de un análisis detallado y ser consideradas como potencial área de mejora.
De esta manera se habrá podido detectar cuáles son las fortalezas y debilidades de la compañía, haciendo foco sobre las variables estratégicas, y determinado planes de acción sobre aquellos inductores que sean la causa principal de la no obtención de los resultados planeados.
Es así como la gestión a través de indicadores simplifica la tarea de control de los directivos y la posibilidad de comunicar a los colaboradores, accionistas y familiares acerca de las razones que explican el resultado económico.

 

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