viernes, 18 de octubre de 2013

Crierios de ingreso como indicadores de gestion en Uti

Uno de los grandes retos de la medicina actual estriba en conocer la utilidad y las limitaciones que el nuevo desarrollo tecnológico tiene y orientar racionalmente el uso de las medidas de soporte vital hacia la preservación de la vida de aquellos enfermos con situaciones patológicas recuperables, que puedan proseguir su biografía personal con una calidad de vida aceptable, así como limitarlas en los casos que la medicina de hoy no puede resolver.  La responsabilidad que supone desempeñar el papel de elector de uno entre varios pacientes “elegibles” para ser admitidos en las Unidades de Cuidados Intensivos(UCI) es enorme, por cuanto equivale a establecer cuál de esas personas debe recibir mejor oportunidad de continuar viviendo, pues aunque todos son merecedores de ello por su propia condición de seres humanos, investidos de dignidad y, por ende, con un valor intrínseco no expresado en términos relativos,  ocasionalmente en la práctica no existen posibilidades de ofrecerles la asistencia requerida por carecer de los recursos indispensables.

Así, uno de los dilemas más trascendentales que enfrenta el médico intensivista contemporáneo es cuándo decidir el ingreso de un paciente en la UCI, y una vez ingresado y tratado con una serie de técnicas de soporte vital, si la evolución no resulta satisfactoria, por cuánto tiempo mantenerlas.  Tales decisiones poseen importantes implicaciones éticas, pues rebasado cierto límite, la beneficencia que se busca puede transformarse en maleficencia al someter al paciente a un largo, doloroso y costoso proceso de morir. Con los avances científico-técnicos y el aumento de la expectativa de vida, se ha ido incrementando el número de ancianos y, por consiguiente, que en nuestras UCI ingresen con más frecuencia personas de edad avanzada; factor a considerar en la toma de decisión para el ingreso en ellas.
En la hospitalización de un enfermo resultan determinantes muy diversos aspectos: las presiones, las opiniones de otros profesionales y de los familiares, ciertos factores de carácter económico-administrativos y hasta cuestiones legales, pues en la actividad médica, la toma de decisiones debe basarse en una concatenación lógica y no exclusiva de los fenómenos o fundamentalmente en apreciaciones subjetivas individuales. 
La calidad en la selección del ingreso del paciente grave, que tiene como principal y único pilar la recuperación del afectado, permite un uso racional de los costosos recursos que se disponen para la atender al enfermo crítico; pero esta selección no es fácil, pues requiere que el personal médico posea una gran capacidad y experiencia para poder evitar errores de apreciación en un sentido u otro. 7, 10  
A nuestro juicio, el problema estriba en conservar el equilibrio entre estas tendencias, con el propósito de no olvidar al paciente, a su familia y a la institución. 
No obstante, es obvio que pueda carecer de justificación iniciar la terapéutica intensiva en un moribundo que padece una enfermedad incurable, sobrecargando la Unidad e intensificando el esfuerzo personal que demanda cada una de ellas, por las cargas físicas y psíquicas extremas que impone; por otra parte, para que el trabajador no pierda el entusiasmo, es preciso que todos los pacientes se encuentren en situación de amenaza vital.

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