Entrevista realizada a Philip Anthony Musgrove, especialista norteamericano en economía de la salud, que el pasado 21 de marzo falleció por un golpe que recibió en la cabeza en las Cataratas del Iguazú, cuando el bote en el que paseaba fue empujado contra las rocas.
La cuestión de los costos de la salud y los métodos con los cuales debería financiarse volvió a la discusión pública a raíz de la pretensión gremial de evitar que algunos de sus afiliados pudieran optar por hacerse atender en empresas de medicina prepaga, en vez de en su obra social, y la pretensión legislativa de regular la actividad de las referidas empresas.
-¿Por qué en todos los países del mundo los gastos en salud constituyen una proporción creciente, tanto de los presupuestos familiares como públicos?
-Porque los seres humanos vivimos cada vez más tiempo, porque entendiblemente pretendemos vivir lo más sano posible, y porque cambió la forma de hacer medicina. A lo cual hay que sumar el mantenimiento de enfermos en estado vegetativo [que plantea formidables problemas éticos], la cirugía estética y los juicios por mala práctica.
-¿Desde cuándo la profesión se ocupa de la “economía de la salud”?
-El artículo pionero fue publicado por Kenneth Joseph Arrow en 1963. También corresponde mencionar al norteamericano Victor Robert Fucks, al iraní Mohammed Malek [especializado en la economía de los medicamentos] y al inglés Alan Harold Williams. Así como la economía es demasiado importante como para dejarla en manos de los economistas, la administración hospitalaria es demasiado importante como para dejarla en manos de los médicos.
-¿Qué es eso de que cambió la forma de hacer medicina?
-Cuando yo llegué al mundo, la medicina era mucho más artesanal. El ojo clínico sigue siendo fundamental, pero hoy el herramental permite reemplazar presunciones con información. Hace medio siglo, uno buscaba médico caminando por la calle; hoy consulta una cartilla.
-¿Y entonces?
-Antes, lo que el paciente pagaba por la consulta era prácticamente lo mismo que lo que el médico se llevaba al bolsillo. Hoy es la empresa de medicina prepaga la que junta al médico con el paciente, y encima se utiliza mucha maquinaria. Ergo, los pacientes se quejan de los costos de la medicina, y los médicos, por lo poco que ganan.
-Entonces, hay que regular las empresas de medicina prepaga.
-El grueso de los seres humanos aporta durante casi toda su vida y “recupera la inversión” durante su último año de existencia. Estoy de acuerdo si regular quiere decir vigilar que el dueño de la empresa, en vez de comprar equipos para atender a los afiliados en su vejez, adquiere un yate y los estafa, pero si el legislador congela las cuotas, u obliga a realizar prestaciones no pactadas originalmente, lo único que va a generar son problemas.
-En la Argentina, proveen salud los hospitales públicos, las obras sociales, las empresas de medicina prepaga y los médicos de manera individual.
-Si las obras sociales financian sus prestaciones con una proporción de los salarios, y los costos de la medicina son crecientes en términos reales, el esquema está herido de muerte, aunque no existan casos de corrupción. No la estoy defendiendo ni ocultando, pero explicar todo por la corrupción no se ajusta a la realidad.
-Los sindicatos quieren evitar que algunos de sus afiliados dejen las obras sociales y se pasen a la medicina prepaga.
-Los entiendo, porque encima se les van quienes más aportan. “Medicina solidaria” es un concepto que luce muy bonito, pero la gente no solamente pretende medicina “de calidad”, sino también que la atiendan rápido y con buena “hotelería”. Lo primero, probablemente, lo obtengan en algunos hospitales públicos y algunas obras sociales. Lo segundo, difícilmente. Todo esquema de seguro está basado en la solidaridad, pero quien pretende pasar de una obra social a una prepaga busca que la solidaridad no se “universalice”. Para eso están los hospitales públicos.
Por Juan Carlos De Pablo
Domingo 24 de abril de 2011
La Nacion.
Domingo 24 de abril de 2011
La Nacion.
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