Hay más demanda y menos oferta. Admiten que es necesario un 20% más de las casi 10.000 existentes; hay derivaciones entre establecimientos y posoperatorios cortos.-
Con 39 semanas de embarazo cumplidas, Cecilia E. llegó a la clínica privada donde se atendió durante todo el período de gestación para dar a luz a su primer hijo. Pero cuando llegó, con trabajo de parto iniciado, le informaron que en la maternidad no había camas disponibles.
Debió esperar -con angustia y temor ante la sorpresiva noticia- el traslado a otro sanatorio donde pudieran internarla. El nacimiento se produjo y Cecilia, al tener a su bebe en brazos, se olvidó de todas las contrariedades. Pero cuando llegó a su casa, luego de dos noches de internación, ella y su marido recapitularon lo ocurrido y no salían de su asombro: “¿Y si pasaba algo? ¿Cómo pudo ser que no hubiera ni una sola cama disponible en toda clínica?”.
Sin embargo, y aunque el joven matrimonio lo desconociera, se trata de una situación que sucede con mayor frecuencia de la esperada en todos los sanatorios y clínicas privadas de la Capital. Y no sólo en las áreas de maternidad. Hoy se trabaja, según admitieron fuentes del sector, con el sistema de “cama caliente”; es decir, al ciento por ciento de la capacidad total disponible.
La falta de camas para internación -ya sea en unidades de terapia intensiva, de media o baja complejidad- es uno de los déficits que padece el sistema de salud. Para cubrir las necesidades de los pacientes que requieren internarse, a las casi 10.000 camas que hay en las clínicas y sanatorios privados debería sumarse, al menos, un 20% más de capacidad: es decir, hacen falta aproximadamente unas 2000 camas nuevas.
La cifra, traducida a personas que deben padecer la espera (de apenas horas o de días) y que pagan por un servicio o aportan para poder ser atenidos, pone en jaque el funcionamiento de las empresas de medicina prepaga que, según datos de la Cámara de Instituciones Médico Asistenciales de la República Argentina (Cimara), aumentaron su cantidad de afiliados casi el 40% en los últimos cinco años.
“Es cierto que hacen falta más camas, pero en nuestro caso, cuando ocurre algún inconveniente, sólo demora un par de horas en resolverse”, afirmó a LA NACION Julio Fraomeni, presidente de Galeno y los sanatorios La Trinidad de Palermo, Quilmes, Mitre, San Isidro y el sanatorio Dupuytren. En total, el grupo cuenta con 1100 camas propias, de las cuales unas 250 fueron incorporadas en los últimos dos años. Pero la inversión general en infraestructura es escasa y, aunque hubo nuevas incorporaciones, como en el caso de Galeno, los establecimientos privados que cerraron sus puertas inciden en las estadísticas.
En lugar de crecer, la cantidad de camas en los últimos 10 años disminuyó. Datos del Ministerio de Salud indican que en 2000 había en la Capital 9905 camas, contra las 9759 registradas en 2010.
“Hoy se trabaja al ciento por ciento de la ocupación, con el sistema de cama caliente, lo cual no es para nada saludable -admite Jorge Cherro, presidente de la Asociación de Clínicas y Sanatorios Privados de la República Argentina (Adecra)-. Se necesitaría entre un 20 y 25% más de camas para no estar siempre al límite y dar lugar al recambio.”
La cada vez más breve duración de los posoperatorios de cesáreas es otro síntoma del déficit. Mientras antes la flamante madre permanecía hasta cinco días internada, ahora en 48 horas obtiene el alta, en caso de no haber complicaciones.
Con 1.700.000 afiliados y un crecimiento anual promedio del 9%, los socios de OSDE también padecen demoras. “Pero nunca nos pasó no poder internar a alguien que lo necesitara”, señaló Eduardo Forte, gerente de Comunicación del grupo.
Sin embargo, Forte admite que el sistema está desbordado. Fraomeni coincide y aporta otra tendencia que complica el escenario. “El período de estacionalidad se ha desplazado. El pico de demanda que regularmente se daba entre julio y septiembre ahora se prolongó hasta fin de año”, explica.
Internación domiciliaria
Con el propósito de evitar la estancia de un paciente en el sanatorio, pero proporcionarle una asistencia de supuesto rango hospitalario en su propio domicilio, surgió la internación domiciliaria, un recurso cada vez más implementado y polémico. “Es una alternativa cuando los pacientes ya no precisan la infraestructura de una clínica, pero requieren vigilancia activa y asistencia. Pero no es un paliativo a la falta de camas en los sanatorios”, opina Fraomeni, y precisa que Galeno tiene unos 2000 pacientes en esa situación.
Con el propósito de evitar la estancia de un paciente en el sanatorio, pero proporcionarle una asistencia de supuesto rango hospitalario en su propio domicilio, surgió la internación domiciliaria, un recurso cada vez más implementado y polémico. “Es una alternativa cuando los pacientes ya no precisan la infraestructura de una clínica, pero requieren vigilancia activa y asistencia. Pero no es un paliativo a la falta de camas en los sanatorios”, opina Fraomeni, y precisa que Galeno tiene unos 2000 pacientes en esa situación.
Para Cherro, en la Argentina “aún no hay una cultura de la internación domiciliaria porque el servicio deja mucho que desear”, aunque se trata de un servicio mucho más barato.
La falta de camas también se convirtió en una de las denuncias más notificadas al Centro de Educación al Consumidor.
En el ranking de reclamos, las empresas de medicina prepaga se llevan el segundo puesto entre las quejas.
En el ranking de reclamos, las empresas de medicina prepaga se llevan el segundo puesto entre las quejas.
9.759 camas de internación
Son las que ofrecen los sanatorios y las clínicas de la Capital. Hace diez años, eran 9905.
Son las que ofrecen los sanatorios y las clínicas de la Capital. Hace diez años, eran 9905.
2.000 nuevas camas/ Son las que se deberían incorporar para evitar trastornos a los pacientes.
1.700.000 afiliados/ Sólo la prepaga Osde tiene esa cantidad de afiliados, que se multiplica al considerar otras empresas.
Soledad VallejosLa Nación
15/03/11
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