¿Cómo saber la naturaleza y el significado de los olvidos? Especialmente, cuando tienden a ser negados o compensados por la experiencia individual o la inteligencia cristalizada.
En una población mundial que envejece de manera creciente, existe a
nivel global un marcado interés por la zona limítrofe entre el
envejecimiento normal y ciertas enfermedades asociadas a la edad, como
el Alzheimer.
Entre todos los cambios relacionados con el
envejecimiento, las pérdidas de memoria son las más evidentes. La
dificultad para evocar nombres, números de teléfono, lugares donde se
dejan las cosas, retener pequeños mensajes o un listado de compras,
constituyen quejas de memoria frecuentes. Sin embargo, no toda
afectación de la memoria indica el preludio silencioso de un camino que
lleva a la demencia. Pero, ¿cómo saberlo? ¿Cómo saber la naturaleza y el
significado de los olvidos? Especialmente, cuando tienden a ser negados
o compensados por la experiencia individual o la inteligencia
cristalizada. Así se retrasa la consulta temprana y se pierden
oportunidades de prevención secundaria.
En la actualidad, resulta
muy importante la detección temprana de un deterioro de riesgo de
demencia. En el historial de la persona con Alzheimer suelen encontrarse
quejas subjetivas de memoria que no han sido debidamente atendidas por
los facultativos y, generalmente, es tarde cuando el problema se hizo
evidente para el clínico.
Por otro lado,
el camino hacia la demencia no siempre se inicia con problemas de
memoria. Después de los 50 años también pueden indicar un preludio de la
enfermedad una depresión tardía, cambios conductuales llamativos, como
la desinhibición, comportamientos descontextualizados, progresivo
encierro o abandono de la persona, una notable retracción social o
laboral sin justificativos válidos, dificultades en el desempeño de
tareas cotidianas, cambios en la personalidad, sensaciones de fatiga
continua y dificultad para el esfuerzo mental, entre otros.
Los
factores de riesgo están dados por la edad a partir de los 65 años, el
bajo nivel de instrucción formal, el bajo nivel de lectura diaria, la
frecuencia de ciertos olvidos y la vivencia de que constituyen un
problema, la presencia de obsesividad como rasgo psicológico, la
disminución de la sociabilidad y la percepción de un informante o
familiar sobre un cambio de la memoria o de personalidad.
Recomendaciones. Las
recomendaciones generales para los mayores de 64 años contemplan
hábitos neuroprotectores: iniciar nuevos estudios, aprendizaje de
idiomas, de oficios, de instrumentos musicales, teatro, y actividades
lúdicas que impliquen el uso de estrategias variadas (por ejemplo,
ajedrez, bridge, etcétera).
También realizar actividades de uso
del lenguaje (lectura, escritura, conversación, juegos de palabras),
aprender una palabra nueva del diccionario cada día, y opinar con
información y lógica sobre diversos temas. Es muy bueno leer un libro,
ver una película u obra de teatro o escuchar música, siempre y cuando
comparta o intercambie con otros sus impresiones. Al acostarse, destinar
unos minutos a repasar lo que se hizo durante el día (mientras más
detalles mejor).
A nivel preventivo, se recomienda: realizar una
evaluación neuropsicológica de control cada cinco años a partir de los
50 y cada tres años a partir de los 65 años de edad; prevenir la
depresión y practicar relajación y autocontrol; realizar talleres de
memoria o juegos intelectuales y consultar con un especialista frente a
cualquier duda.
El Servicio de Neuropsicología de la Facultad de
Psicología, de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), realiza
evaluaciones gratuitas. Turnos, jueves y viernes de 10 a 14. Informes:
(0351) 433-3176-433-4125.
*Carlos D. Mías. Profesor Adjunto a cargo de la Cátedra de Neuropsicología, UNC. Instituto Ciencias Cognitivas Aplicadas.
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