La incapacidad para concebir un hijo es extremadamente
estresante para las mujeres que pretenden formar una familia. Así lo indica un
estudio, publicado en la revista 'Human Reproduction', sobre pacientes de los
cuatro países europeos con mayor número de ciclos de reproducción asistida:
Francia, Alemania, Italia y España.
Las mujeres en tratamiento sufrieron mayor ansiedad
relacionada con el sexo y emociones negativas, como impaciencia o frustración.
"La infertilidad produce un conjunto variado de
emociones que influyen negativamente en áreas clave de la vida de las
mujeres", explica Juan García Velasco, uno de los autores, que es director
del Instituto Valenciano de Infertilidad y profesor titular de Obstetricia y
Ginecología de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. "Se asocia con
humor depresivo, ansiedad, rabia, desajuste cognitivo y baja autoestima",
continúa.
El trabajo no sólo analiza el impacto emocional de la
infertilidad en las mujeres, sino que además identifica qué aspectos de la
estimulación ovárica contribuyen al estrés físico y psicológico que tantas
pacientes padecen.
Las 445 mujeres del estudio, de entre 18 y 44 años, habían
tenido dificultades para concebir. Mientras que algunas no se habían sometido
aún a tratamiento de fertilidad, otras lo estaban recibiendo o lo habían hecho
en los últimos 2 años. De ellas, casi un tercio se mostraron preocupadas
desde el momento en que intentaron quedar embarazadas y cerca de la mitad se
habían sentido avergonzadas o que fallaban como mujeres.
Entre las mayores causas de estrés, destacan la ansiedad
asociada a las inyecciones y al deterioro de la relación de pareja. En este
sentido, las mujeres que reciben tratamiento se mantenían más cerca de su
pareja (el 33% frente al 19%). La mayoría de las participantes sintió que su
pareja la apoyaba, especialmente las que recibían terapia de fertilidad (un
63%).
Las mujeres en tratamiento dijeron tener mayor ansiedad
relacionada con el sexo y emociones negativas, como impaciencia o frustración.
Mientras que las que no estaban en tratamiento decían sentirse 'confusas', las
sometidas a terapia se encontraban, en su mayoría, 'vulnerables y exhaustas'.
A pesar de reconocer la limitación de la edad, el 68% de
ellas nunca pensó que tendría problemas a la hora de concebir. Según García
Velasco, "para disminuir los desafíos físicos y psicológicos de estos
tratamientos sería necesario un protocolo de actuación con las mínimas
inyecciones y con más información que disminuya el estrés y aumente la
satisfacción del paciente".
"La infertilidad puede afectar significativamente a la
vida de las mujeres y las relaciones personales", subraya García Velasco.
"Sin embargo, a pesar del impacto negativo de la infertilidad, muchas de
las mujeres que luchan para concebir no consultan a un médico".
El deseo de ver si el embarazo ocurre de forma espontánea es
el motivo principal de esperar dos años de media para iniciar un tratamiento.
Para los autores, este retraso produce ansiedad y es fuente de arrepentimiento.
Cerca del 58% piensa que esperó demasiado.
"Estos resultados muestran la necesidad de
intervenciones educativas dirigidas a los miedos de los pacientes, que les
preparen mejor para las exigencias del tratamiento y las emociones
asociadas", concluye.
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